martes, 13 de mayo de 2008

Crónica Maratón Vitoria

El 11 de mayo se celebró en la capital alavesa la VI edición del Maratón de Vitoria que lleva el nombre de nuestro campeón del mundo Martín Fiz.


El sábado arribamos Sara y yo en Vitoria en una mañana en la que no había parado de llover un segundo. Todo apuntaba a que íbamos a tener un maratón pasado por agua. Fuimos directamente al Centro Comercial El Boulevard, a por el dorsal. Allí me llevé la primera sorpresa del finde, tenía el dorsal espartano: 300! Después de dar una vuelta por las tiendas fuimos a dejar las cosas al hotel, que parecía de concentración! Ese fin de semana los hoteles estaban copados y olían a maratón. De allí rápidamente a la comida de la pasta (la primera a la que voy, de mis cinco maratones). Lo habían preparado en el comedor de la Universidad, y la mala señalización del lugar, permití al que no fuera estudiante, conocer perfectamente el campus dando vueltas. El menú, como mandan los cánones. De primeros: ensalada de pasta o ensalada mixta (con huevo, espárragos y todo) y de segundos: pasta gratinada o arroz. La pasta tenía la mejor pinta del mundo, excepto para el que no le guste el queso :-(. Nos sentamos en la penúltima mesa, en la última estaba un africano y comentamos que podíamos estar comiendo al lado del posible ganador. Así fue a la postre, pues era el único atleta de raza negra.



Por la tarde la lluvia dio una tregua intermitente que nos permitió disfrutar de un paseo por la capital alavesa. Sobre las ocho nos fuimos a tomar unos pitxos (se celebraba la semana del pincho en Álava, con concurso incluido). Los locales estaban completamente abarrotados por todas partes. Al salir, de vuelta la hotel, pudimos ver la iluminación de la remodelada Plaza de la Virgen Blanca. Hay opiniones para todo, ahora tiene un aspecto más moderno.


A la mañana siguiente toque de campaña a las 7:30. Lo primero que hago es abrir la cortina: ni una gota, la mañana pinta bien. Me preparo el desayuno que había llevado (no puede uno fiarse de cafés ajenos) y me doy cuenta de que me he dejado los cereales en Madrid, todo un acierto.. a vestirse y a ponerse las ruedas, en este caso Mizuno Rider X, la mejor zapatilla para asfalto que he tenido nunca. Llevaba también mis zapatillas de entrenamiento Saucony Triumph V, que se quedaron a esperarme en el hotel (estaba decidido al 99 %).



Cuando nos dirigíamos a la salida, pasada la Catedral nueva, nos encontramos con dos viejos conocidos: Abel Antón y Martín Fiz. A la 8:45 ya se respiraba un buen ambiente en el centro de la ciudad. Los participantes en la prueba de 10 kms se esmeraban en el calentamiento. El resto, con un poco más de tranquilidad, mirábamos al cielo, por cuestiones climatológicas o supersticiosas.


Tras los rituales del momento (visita a la cabina, vaselina, etc.) nos ponemos de corto y, tras el beso de la suerte, me pongo en marcha a las 9:30. A mi entender la mañana era completamente idónea. El cielo estaba nublado con lo que el sol no molestaba la vista, pero no amenazaba lluvia. El suelo estaba algo mojado pero sin charcos ni riesgo de resbalones. Salimos ordenadamente: primero los participantes en el campeonato de España veterano de maratón, después el resto de participantes en el 42.195 metros y por último los participantes en el 10.000. Alguno de estos tuvo que esmerarse para adelantar a los que íbamos como tortugas, lo siento. Los primeros kilómetros, por el centro de la ciudad, pasaron sin casi enterarme, compartidos con estos tres corredores. Un saludo para ellos por su compañía.






Al final se unieron algunos corredores que íbamos alcanzando (o nos alcanzaban), pero decidí seguir en solitario. Fuimos en bastantes ocasiones en compañía de atletas en sillas de ruedas, de los que había una importante participación.


Creo que pasado el km 10 fui bastante tiempo en paralelo con un cartero de la ciudad, porque a su paso muchos eran los vecinos que le gritaban "Cartero!!" y el respondía educadamente.


Poco más adelante se uniría a la causa un corredor navarro, Luís, con el que iría casi hasta el final. En su primera experiencia en maratón estaba llevando un muy buen ritmo. Hablamos poco, que no están las fuerzas para derrochar pero nos entendimos bien. El paso por la media lo hicimos en 1 hora 42 minutos 50 seg, 15 min más lento de lo que estoy corriendo las medias este año, pero aún quedaba la mitad. Pudimos ver en las calles de ida y vuelta al globo de 3 h 15 min por delante y al de 3 h 30 min por detrás. Y el ritmo era clavado a cada kilómetro, aunque no muy exigente: 4:50.


Y si por algo se ha caracterizado este maratón es por haber llevado un ritmo homogéneo durante toda la carrera, con una segunda media más rápida que la primera y con la sensación al llegar a meta de poder haber seguido a ese ritmo durante varios kilómetros más. En ningún momento tuve dudas de poder alcanzar la meta, muy al contrario, no es que no viviera el temido "muro" sino que con los kilómetros ganaba confianza hasta cruzar la meta. Y esto, aunque pueda parecer, no son flores sino lo contrario. No supe calcular el ritmo medio que era capaz de aguantar o no tuve la suficiente confianza en mi como para haber apretado un poco las tuercas desde el principio y haber salido a por todas. Desde luego no hay que llegar a la meta desvanecido, pero si saber aprovechar los meses de entrenamiento previos y confiar en el trabajo realizado.
Desde luego estoy contento con la carrera y disfrute como un enano, pero creo que no supe encontrar mi ritmo - grupo desde el principio y eso me lastró al final, cuando ya era irrecuperable.
A toro pasado es fácil hablar y más desde el sillón de mi casa, tal vez algo más rápido habría reventado, eso nunca se sabrá ya, por lo tanto disfrutemos de aquel momento y aprendamos para el siguiente. Si fuera un conformista habría que preocuparse.
Por cierto muy original iniciativa de la organización que daban en la meta (y en el último avituallamiento!!) donetes y croassants rellenos de chocolate. Eso sí, no muy recomendable para estómagos delicados como el mío. Llegué muerto de hambre a la meta y me metí uno de un bocado y casi lo hecho al instante. Menos mal que aguantó..
Gracias al público vitoriano que aunque eran pocos (Vitoria es una ciudad pequeña) animaban uno por uno a cada corredor (vamos muy distanciados al final) desde el primero hasta el último. A mi desde luego me sirvió mucho el "Aupa mozo!"
En definitiva una gran experiencia y me llevo un grato recuerdo de Vitoria (aunque ya la conocía)

1 comentario:

Anónimo dijo...

david, soy javier de laredo , el dorsal 404 del maraton de vitoria. te estaria agradecido si me mandaras las fotos a la siguiente direcion export@laredana.com , mira si me las puedes mandar a la maxima resolucion que tengas , muchas gracias y espero que acabaran bien.